Viajero errante

Encaré para el lado sur de la ciudad, el puente casi famoso que cruza al otro lado del Riachuelo; pero justo arriba de él me arrepentí, caí en cuenta de que no iba a encontrar nada allí que me interesara. Así que a paso redoblado partí ciento ochenta grados para el otro lado. Tomé el micro que salía de la estación Retiro y que llevaba un cartel que anunciaba "Rosario". Me acomodé en un asiento trasero, algo cerca del baño pero también algo mas solitario.
No es que escapara de algo en particular, tan solo necesitaba tomarme unos días para pensar tranquilo. Estaba sin trabajo, luego de hechar otro portazo al mundo que se suponía adulto pero al cual yo veía sin futuro. Tenía unos últimos mangos, una guitarra vieja y un bolso de mano, me tenía a mi, a mi amarga simpatía y de única companía un libro de cuentos baratos, fantásticos presumían, algo elástica debía de ser la imaginación del que habría de leerlos para cumplir con la promesa de quién lo hubiera escrito. Y ahora la vista de las villas carenciadas, marginadas detrás del alambrado que acompañaba la autopista, comenzaba a fusionar con el contraste del azul rutero, rosa atardecer y verde amarillento color del campo que rodeaba algunas fábricas. La ruta al fin.
Llegué a Rosario a las dos de la mañana, tenía algo de hambre y si bien me ví tentado por la voluntad de dos prostitutas en ropa de lycra ajustada y botas largas de cuerina gastada y negra que invitaban a que les pague el hotel, preferí seguir camino... solo seguir camino. Volví a sacar un boleto, esta vez rumbo a la ciudad de Tucumán, partida a la hora seis quince; tenía tiempo y un incomodo sillon de madera vacío como para dormir otra siesta. y así fué, creo que soñaba con una mujer, mezcla de ex amante con policía de pelicula americana en pelos al viento y lencería de Victoria´s Sectret mientras lloraba andá a saber por qué... me despertó un dolor extraño en el abdomen, me habían acuchillado mientras robaban mi guitarra vieja y mi bolso de mano. Verán que nunca voy a aprender a tocar ese criollo instrumento, pero mas allá de eso la verdad es que casi me muero, estuve tres días internado en un hospital estatal donde terminaron la tarea que habían comenzado los cuchilleros y se llevaron hasta el libro de cuentos de ese autor que nunca tuve la desgracia ni la suerte de leer.

Parte 1
Aldo Baccaro.
CONTINUARA...

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