Campo de Abril:

Con el correr de los días, que no son mas que los mismos días, saludando la bandera. Saludo uno, saludo dos, rindiendo pleitesía a los auto coronados, ustedes rindiendo; y yo, que quería escapar a la mediocridad, terminé siendo un pobre infeliz. Llegué hasta acá, hasta aquí, hasta este lugar. Ahora no sé volver atrás, tampoco sé si quiero, si debo, creo que me perdí… porque, lo cierto es, que tampoco sé como continuar. O si...
Algún tiempo atrás, deja vu forzado, escrubí esto en una carrera que, como avalancha, me hizo caer al vacío sin darme cuenta; entonces, mirá vos las vueltas de la vida- frase cursi pero indicada- este momento es hospedaje del recuerdo inútil, melancólico, de los sueños postergados, aplastados, ocultados, olvidados por el miedo a la verdad. La verdad sobre los sueños que se esconden en la censura de los falsos imposibles es… que por lo general, estos son posibles de realizar. Y somos nosotros mismos, en el albergue de la mediocridad, que le ponemos trabas, le inventamos la excusa cualquiera del menor esfuerzo, para vivir la hipocresía en el nombre del padre primero, luego del hijo. Y del amén.
El relato melancólico y triste como la vida del poeta, que juré nunca retomar; la protesta por la protesta, por la falta de capricho; la queja que aqueja; la falta de virtud convertida en mentira; las ganas de odiar, por falta de rencor y de llorar por falta de riza, por falta de lágrimas; el malhumor; la critica salvaje de lo ajeno por falta de algo propio; el escepticismo y el abuso de confianza; la desesperación de no poder enfrentar los miedos ya reconocidos y por desconocer, o no querer reconocer, algunos miedos nuevos; la prostitución del intelecto que hace que, como la puta que no puede ya de tanto uso ver la cara del amor, no pueda ver la cara linda de la vida; todos estos son… sentimientos que me envuelven por estos días.
Amanecí, entré como pude de llegar al baño, me mire lagañosamente al espejo para ver si en mi cabeza había un letrero impreso, marcado como un sello en mi frente, marcado como se marcan las vacas, marcado como propiedad privada de un destino ajeno. Me sentí traicionado, aunque no supe bien por quién, me sentí defraudado y sentí que defraudé yo también; por ir en busca de la vida mas sencilla y aun, también en esta, haber fracasado.
Parado estoy, si, una vez mas, como aquella, al costado de un camino que no lleva nombre ni numero, ya no se trata de ir corriendo en alguna dirección, se trata de buscar un atajo que me pueda salvar, y de esos no sale ninguno. La valija es algo mas pesada que la ultima vez, tan pesada que se podría decir que está llena, aunque al abrirla la sienta vacía, pesa. Pudiera proponerme echar raíces en este mismo lugar, armar campamento al costado del camino de la nada y construir cimientos sobre el barro, sobreviviendo al destino en un tiempo detenido, o indefinido… y tal vez no estaría mal, pero ya he dicho que soy hipócrita, no conformista, ya es sabido que no es lo mismo correr que caminar... pero estoy algo cansado a decir verdad. me siento algo ya viejo en realidad.
Diré entonces como la ultima vez...
"Cuando comience a caminar, con mi valija pesada, si es que he de comenzar a caminar, tendré que hacerlo con el paso firme, con decisión, vaya a donde vaya, vaya a terminar donde vaya a terminar, con el convencimiento de que no se puede siquiera virar la vista, ni de reojo". Primero hay que plantarse m´hijo, imagino diría un paisano, me voy a llevar algunos cuantos puestos, aunque no sirva, aunque me lastime, aunque pueda perjudicarme en ese momento. Hay que tener bolas para esto, todavía no las tengo, pero preparensé mundo que ya voy… quisiera sea la vida el sueño y el sueño la vida, quisiera la realidad deseo, porque se que llegaría, quisiera que los imposibles fueran ciertos para no desearlos.
¿Habrá alguien allá afuera, de mi mundo, mi penumbra, mi cabeza loca, mis pensamientos, que tenga razones para compartir?
La desidia se apoderó de mi y yo de ella, tal vez deba cambiar el espejo, tal vez. Pero así estamos, luego de la ultima vez… frente a la pista de baile y sabiendo que hay que salir a bailar de nuevo, la noche es tempranera, cada vez mas y amanece mas tarde, hay que arremangarse nomás. La genialidad de la locura es, sin importarme lo que mire en el espejo, que no son tan importantes los caminos para los que vuelan.

Aldo Baccaro. Ago.2004-07

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