Callar al silencio

Es increíble que pase, sobre todo al que no le pasa, sentir la necesidad de escribir y no ocurrírsele a uno nada para el caso.  Por lo general, cuando caigo en esta desgracia, hago uso a las frustraciones del amor, de la vida en general, las injusticias, las penurias, o en la excepción a la regla... un momento de felicidad que debe quedar registrado de alguna manera. No sé cómo explicar este sentimiento, supongo que a muchos escritores debe pasarle, sobre todo esa enorme masa de escritores que comparten su característica de no ser "bet sellers", aunque temo que aún a ellos les pase. 

Ahí, acá, en ese, este, lugar me encuentro hoy en esta situación. Solo que no encuentro nada en estas arcas frecuentadas que me ayude a escribir varias palabras seguidas.  Ya no hay una protagonista para las escenas de amor; sobran las injusticias como para que alguna en particular llame la atención; penas... aburren; y los momentos de felicidad son, existen debo reconocerlo, efímeros o demasiado íntimos para ser expuestos en estas lineas. 

Entonces... por qué tengo la necesidad de escribir... Supongo que no puedo evitarlo, ya lo he dicho muchas veces, es el gran motivo por el cual desarrollo esta actividad. Creo que otro motivo, un poco oculto y difícil de reconocer (mucho más de confesar), es que a veces quienes contamos, hacedores de palabras, necesitamos en los actos encontrar los significados de las mismas. Y, quizás, esté carente de actos significativos por estos momentos. 

Hubo un amor, uno de esos que recordaré, de hecho hubo varios, pero hablo del último, al que le he dedicado muchas palabras, oraciones, párrafos... muchos etcéteras. Y si, pienso en ello (ella) en momentos como este, pero no me inspira demasiado, sobre todo al tomar conciencia de que sus hechos nunca fueron ejemplo al significado de sus palabras. Es cierto que no fué hace mucho que era lo único de lo que podía escribir, o lo único ante lo que no podía impedir dedicarle toda mi escritura; pero evidentemente el tiempo es tán relativo como la cantidad de "te amo para toda la vida" que he recibido a lo largo de las pasadas tres décadas. No, no tendrán mis palabras de la fecha contenido al respecto. 

Injusticia tal como cualquiera de las narradas en los titulares del noticiero de las ocho, creo que no hay peores, todas son igualmente injustas y abundantemente cotidianas, comunes, la injusticia es parte de nuestra convivencia ciudadana en el presente que nos envuelve a la hora de la cena. Tristeza  si, claro que mi corazón guarda tristeza  Felicidad, mucha, se me agranda el pecho al ver la felicidad que me ha dado cada día y cada noche sobre todo la paternidad. Pero nada inspira  a que en este momento escriba al respecto, siquiera esos hermosos ojos que suelen hacerme de espejo. 

Será entonces que he de terminar. Que he de dejar de intentarlo... Un relato inconcluso antes de empezar    se siente a aborto. Pone al autor en el lugar de aquellos que clausuran lo que no está inaugurado, o inhabilitan aquello que jamás se habilitó. Es como dar fin a lo que no se comenzó nunca. Bueno, al fin y al cabo, entonces, no estoy tan desentonado con la actualidad. He de terminar entonces diciendo: "No se puede callar al silencio". 

Aldo Baccaro

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