Por qué escribo.


Un día alguien me preguntó: "¿Por qué escribís?"
Porque no puedo impedirlo- le contesté...
- Y cómo impedirlo- pensé para mi mismo.

Escribo porque el sol, aparte de verse se respira.
Porque el mundo ha vivido equivocado y el amor
es obra del mismísimo Diablo, sino cómo se explica.
Porque las historias de amor nunca tienen un final feliz cuando tienen un final
es, en todo caso, el amor  incierto y, cuando triunfa el amor
ha de ser prueba de que, tanto como el Diablo, ha de existir algún Diós.
Escribo por aquel maravilloso momento donde nos besamos
por un semáforo que será recordado, porque se besa con el corazón.

Escribo por todos esos chicos a los que les robaron la vida entera
mientras juegan en el barro y economizan la ilusión con imaginación;
escribo porque me es más económico que vivir gritando...
Por las almas gemelas que viven peleando, por las injusticias
por el planeta tierra. Escribo porque no puedo impedirlo.
¿Cómo impedirlo? si escribo aunque no escriba.
Escribo porque cuando escribo los sueños pasan a ser realidad.
A ese niño se le iluminan los ojos y en el futuro será goleador de un equipo de primera.
El cura del barrio no será un perverso, pero tampoco llegará a ser Papa,
se enamorará y vivirá feliz una historia de amor hasta que uno de los dos muera
y luego morirá el otro por no poder aguantar tanto sufrimiento,
pesado dolor del que culpará a Dios mas que al Diablo, maldita tierra la nuestra.

Escribo porque más allá de la ciudad la vida parece más viva
y sin embargo parece que a la mayoría de nosotros nos gusta vivir en el purgatorio.
Escribo porque me cuestiono siempre si la vida proletaria no es otra cosa
que la modernización industrial de la esclavitud, y si aún aquella
no era increíblemente, indefectiblemente, una vida más sencilla.
Escribo para echar penas, calmar tristezas, colgar un rato mi cabeza
escapar de los problemas, casi siempre de dinero, planificar un poco.
Escribo porque los momentos felices hay que dejarlos sellados,
marcados en el firmamento, para otros días no tan buenos.
Escribo porque no puedo impedirlo ¿Cómo impedirlo? si escribo aunque no escriba.
Escribo por tantas razones, que de pensarlo me duele la cabeza
y eso se me pasa escribiendo.

Escribo porque alguien escribió antes que yo
las palabras que yo quería escribir esta mañana.
Escribo porque soy inmortal cada vez que escribo.
Escribo porque alguna vez fui un infante
y me estoy acercando a la vejez mientras escribo.
Escribo porque vivo, vivo porque escribo, porque escribo vivo.
Escribo para aquellos que no me pueden oir, por una u otra cosa,
que están lejos de mi voz cuando nos vamos a dormir.
Escribo porque mis palabras viajan con más facilidad que mi cuerpo
y así puedo viajar, de cierta forma, yo también.
Escribo porque alguien cómo vos me está leyendo.
Escribo, la mayoría de las veces, para leerme a mi mismo
y muchas de las veces, para que mis palabras no sean nunca leídas.
Es cierto que en la época del papel y la lapicera a pluma
he escrito muchas noches para el tacho de basura.
Escribo porque no puedo impedirlo ¿Cómo impedirlo? si escribo aunque no escriba.

Escribo porque las musas a veces no me inspiran
y cuando lo hacen, entonces escribo.
Porque hay tanto de mi dentro de vos y tanto de vos en nosotros.
Escribo porque es mejor que andar hablando solo,
escribir convierte al loco en escritor.
Escribo para encontrar el aire sumergido en el agua
para que el océano no me asfixie mientras me hundo.
Escribo para nadar hasta que el cielo me atrape,
entonces escribo, y puedo volar por el aire.
Ver todas las casas desde arriba, meterme en ellas
inventar tantas historias como ventanitas, convertirlas en realidad.
Escribo porque si no lo hiciera perecería, no es que me muera
pero si no escribiese no tendría sentido la vida.
Escribo porque aunque escriba, la vida no tiene sentido.
Porque un día es mágico y divino, cada minuto, cada hora
y otro día el tiempo es cruel, déspota, tirano y malvado.
Escribo porque el destino hace de las suyas
que casi nunca son las nuestras, entonces escribo.


Un día alguien me preguntó: "¿Por qué escribís?"
Porque no puedo impedirlo- le contesté...
- Y cómo impedirlo- pensé para mi mismo.



Aldo Baccaro.


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