Gotas en la ventana.

La lluvia no entra de este lado de la ventana. Solo golpea con fuerzas contra ella. 
No siento nostalgia, ni deseos, no siento nada. El vacío de mi alma es tan grande que no lo llenan ni esos que suelen mirarme preocupados cuando yo no los miro. Ni esa sonrisa. ni esa alma. Y debería pegarme un tiro solo por eso. 
Pero nunca creí en las renuncias. Aunque he golpeado muchas puertas. Me he ido hacia y de muchos lugares. Nunca renuncié. Nunca más renunciaré. Algún día, espero, vendrán todos a buscarme. Los abrazaré uno por uno. Porque me han querido cada uno a su manera; porque los he querido a todos, y a todas, a cada una de ellas. Porque me dejaron vacío de tanto querer por ellos y por ellas. 
Y no. Tampoco puedo aceptar el mundo tal cual es. Ya no intento cambiarlo. O... si, quizás a cada instante; trato de disimularlo. pero no me sale. Los que están en paz con este mundo actual se enojan. Me hacen enojar. Estoy vacío de nuevo mirando llover por mi ventana. 
Cómo quererlos. Si me enojan tanto, si me lastiman, si me abandonan. Pero los quiero. A todos, a todas. Soy un hombre que ama amar, y nada me duele más. 
Estoy vacío de nuevo. Mirando llover por la ventana. Que es mía. Mi casa. Aunque yo no sea de ella. Sea del Alba, de la noche, de la pradera, de la vista cuando se pierde en el horizonte. 
La lluvia no entra de este lado de la ventana. No me moja. Solo golpea con fuerzas contra el vidrio. Y yo la miro. Tan solo la miro. Esperando el momento indicado para salir a la calle. Habré de hacer lo que tenga que hacer. Y volveré de nuevo, como lloverá de nuevo alguna otra tarde. 

Aldo Baccaro. 

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