Mientras el tiempo pasa


El tiempo va pasando, sin que nadie,menos yo, lo pueda evitar. Preguntas existenciales que no encontraron respuestas van perdiendo el sentido mismo que llevaba a la existencia de esas preguntas. Lo que alguna vez estuvo cerca hoy se ve lejos. Se recuerda mas lejano, se siente como el olvido mismo. Aquel sentimiento tan vivo es como lo que hoy se va transformando en recuerdos. Entonces, una tarde me pongo a ordenar mis papeles, con el motivo implícito de ordenar a su vez mi cabeza... y me encuentro con este y otros papeles que facturan mas que las boletas del celular, una verdadera colección de promesas, puño y letra, sobre un soporte que el tiempo mismo volvió amarillento. Otra vez la tristeza, que parecía haber desaparecido, se apodera de mi alma. Aunque ya no hay pena. El deseo se ve teñido por ese deje de nostalgia, el deseo empieza a transformarse en recuerdo.

Pero si de recuerdos se trata, el tiempo le gana siempre a nuestra existencia. Ya lo decía Atahualpa: “Nunca le digas a nadie que no lo has de olvidar, porque el olvido es infinito y nuestra vida fugaz”. Y yo le respondía que hasta ella había partido hacía un tiempo atrás en busca de otra vida... otra, como si se pudiera cambiar de vida, como si se pudiera cambiar de piel, mientras yo quedaba atrapado en esta vida, tan inestable como que es la única que tengo. “No puedes volver el tiempo atrás, las agujas no se detendrán jamás, los sueños no se vuelven a soñar, las flores no vuelven a florecer”... yo ya lo sabía... lo sabía y se lo conté a un amigo, en forma de canción, que “miraba el horizonte como si los sueños lo hubieran dejado en bolas”...”pero el pasado no termina en la última historia, el futuro no comienza en el próximo paso” . Porque siempre habrá un mañana, estemos o no, juntos o separados, vivos o muertos... como el amor, como hubo un pasado habrá un mañana. Es el presente lo que construye, lo que destruye, lo que hoy dejo en suspenso, como si pudiera pausar esta película cotidiana.

Como una carpeta que ha sido archivada, allí en el cajón, guardada en la oscuridad, hoy queda esta historia de amor. Bien sabe aquel que cajonéa algo, que no está tirando nada, que no está tampoco guardando, que en el cajón no está freezando nada, que no está poniendo nada en la heladera. No se puede ser hipócrita al respecto. El cajón sufre también el paso del tiempo. Sin saber, y este es mi caso, lo que pasará en la próxima mudanza. Allí entonces quedará todo esto que alguna vez respiraba el mismo aire de mi casa, en un cajón, oscuro, sin rotular, esperando el paso del tiempo para saber que pasa. Destiñendo con el tiempo los momentos hasta confundirlos, amarillentos, papeles con palabras, promesas que irán siendo olvidadas en la oscuridad del cajón, mientras afuera la vida se llena de nuevos desafíos, de cotidianidad, de otra vida, aunque siempre sea la misma, mientras el tiempo pasa.

ALDO BACCARO. 

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