Cartas al espejo

Quisiera escribir una carta a mis viejos amores, porque al final tenían razón, como al principio. Porque el amor no dura lo que dura la vida, porque la vida dura un poco más de un instante. Han hecho muy bien en seguir de viaje, con puerta o sin puerta en poder olvidar, lo que yo nunca olvido, son esos momentos las cicatrices que suelen doler en días de humedad. 

Quisiera escribir una carta a mis padres, aunque ya no los recuerdo, para marcar con un metro la distancia de tiempo entre el hoy, el ayer y el más allá. Para decirles que no los culpo de nada, ni de lo malo ni de lo bueno, que los quiero mucho, porque me han hecho y yo he hecho de los míos. Porque ya nada pueden hacer para acompañarme en este camino. Han de quedar atrás, como los nidos de los pájaros al emigrar. 

Quisiera escribir a mis hijos, pero me dá mucho miedo, porque con cada carta viaja siempre una despedida. Por eso solo los beso y los admiro, los extraño incluso cuando están conmigo. Los amo. 

Quisiera escribir una carta a mi yo del futuro, o tal vez del pasado. Decirle que el tiempo no se ha portado del todo bien con nosotros. Que me den aliento, que me den ánimos de alma. Que mi yo del futuro sepa que no fue fácil llegar hasta allá, que mi yo del pasado entienda que sus decisiones siempre implican algo más. 

Quisiera escribir una carta que me aleje del hoy, del ahora, de este maldito habitar momentos que no son de gloria. Quisiera escribir una carta que me hable de mi. Para no volver a ser yo; para ir y volver, para darme y recibirme, para poder entenderme cuando no estoy.

Aldo Baccaro


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