Mañana sin más.

   ... Y llega la mañana con su sol. Poderoso, algo molesto, impertinente. Pero esperanzador. 
Me pregunto si las cosas podrán corregirse, si es cierto que el destino nos dá la posibilidad de cambiar. Si el tiempo nos dará finalmente la posibilidad del olvido. Si a falta de olvido podré seguir adelante. viviendo. qué vida. 
   Y, claro, amanece, la mañana me saluda desde lo alto del cielo, me sorprende todavía sorbiendo del vino de anoche. Ese que compartí en soledad con mi cena, cuando todavía disfrutaba de una buena película, antes del desvelo, antes de volver a abrir casi sin querer, sin prudencia, sin hacer nada tampoco por impedirlo, el cajón de los recuerdos. Sin hacer nada al respecto. O, tal vez, haciendo lo que no es correcto hacer. Cómo dar un paso adelante, arriba, hacia ningún lado, sin saber realmente donde estamos parados. Qué clase de vida es esa que se vive solo por inercia. Me pregunto sinceramente si existe o solo es fingida por algunos muy astutos. 
   Pasé revista a los recuerdos, encontré algunas fotos que pensaba perdidas, no fue la felicidad, ni la infelicidad, no fue el dolor aunque si hubo sufrimiento, fue la ausencia. No hubo rencor, si remordimientos, hubo culpa y disculpa, hubo compasión, algo de celos, pero no envidia. Hubo ganas de dejarla correr como el agua de la lluvia, aunque parezca que hoy no va a llover, lloverá en alguna parte. La imagen de un río se me cruza entonces sin ningún sentido, pero ahí está, un río... que desemboca en el mar. O, por lo menos, debería desembocar en alguna parte. Me equivoqué tantas veces pensando en que hacía lo correcto, que haciendo lo incorrecto no debo estar tan equivocado. Esa es la reflexión caliente que me otorga la mañana. 
   Si descubrieran al titiritero... lo hallarían en calzones, fumando, tomando vino y escribiendo su desvelo a estas horas de la mañana. Mientras el tren parte una vez más lleno de proletarios hacia el centro de la ciudad. El allí, con la vista en la ventana, fumando, sorbiendo su copa de vino, escribiendo estas palabras. Pero es obvio que yo no soy un titiritero, aunque debería, aunque lo intento, aunque quizás no deba. Más bien soy mitad títere mitad titiritero... o así lo somos todos... o algo de eso. 
   De una u otra manera la mañana me asaltó aunque no me tomó de sorpresa, de alguna manera la estaba esperando. Llega y se presenta con su manto esperanzador y me intenta cubrir, aunque yo no me dejo. pero me entusiasma la idea. Quizás deba escuchar esa canción una vez más. Quizás solo sea la excusa para terminarme la botella de vino. Podría hacer todo eso y fumar un poco menos, pero no quiero. Si... definitivamente llega con aires de esperanza; no estoy del todo seguro si me gusta la idea. O es esa parte de mi yo, desgarrador, inigualable, implacable cuando se trata de dolor, que prefiere aferrarse al mismo para escapar por pereza a la posibilidad de tener que vivir una vida buena. 
   Mierda, que ya es muy de mañana. Últimas gotas de vino, un cenicero lleno, también están estas palabras. Mierda... que va a haber que hacer algo, la primer decisión es la más complicada. Radica entre salir a ver esta maravillosa mañana en cuerpo y alma, o intentar reconciliarme con el sueño así me lleve el resto del día. Otra vez se hace presente la pereza. Pero ya muchas cosas parecen tornarse mucho mas claras... será la luz de la mañana, será el desvelo, será el sin sentido de una pasión por la ausencia. 
   Y mientras el sol se va elevando contra todas mis penumbras, pero la luz que me alumbra me trae quizás la ilusión de caer en otro sueño, como quizás otras piernas me hagan olvidarme del por qué perdí las primeras... aclaro que no hablo de piernas para caminar, sino de las que abrazan por las noches peor y más enérgicamente que las borracheras. Piernas de carne y hueso. Piernas al fin  piernas ajenas... pero que prometen con ser otras piernas. Que me ayuden de nuevo a caminar si solo no puedo, valga la comparación, valga la moraleja... el que no coje se deja. Toda la filosofía puede irse a la mierda, se va a la mierda, ya me he quedado sin vino, prendo un último cigarrillo, siempre es el último. 
   Un par de horitas nomas  necesito un par de horitas para recomponerme. Ha llegado la mañana, sin aviso, aunque la estaba esperando de alguna manera. Ha sido esperanzador, algo cansador, algo raro, algo distinto, algo de vos, de mi, de nosotros y de aquellos,  algo que no, algo que si, algo que valga la pena... una prueba de vida, la mañana me dice que sigo viviendo.  

Aldo Baccaro. 





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