La hipocresía de la vida:

La hipocresía de los días, que no es mas que la vida misma, con su verso edulcorante me vino a encontrar, en el mismo bando, saludando a su la bandera. Saludo uno, saludo dos, rindiendo pleitesía a los auto coronados; y yo, que quería escapar a la mediocridad, terminé siendo un hipócrita infeliz. Llegué hasta acá, hasta aquí, hasta este lugar. Ahora no sé volver atrás, tampoco sé si quiero, si debo, creo que me perdí… porque, lo cierto es, que tampoco sé como continuar.
Este momento de freno, forzado, en una carrera que, como una avalancha, me hizo caer al vacío sin darme cuenta cuando quería yo subir la cuesta; este momento es hospedaje del recuerdo inútil, melancólico, de los sueños postergados, aplastados, ocultados, olvidados por el miedo a la verdad. La verdad sobre los sueños que se esconden en la censura de los falsos imposibles es… que por lo general, estos son posibles de realizar. Y somos nosotros mismos, en el albergue de la mediocridad, que le ponemos trabas, le inventamos la excusa cualquiera del menor esfuerzo, para vivir la hipocresía en el nombre del padre primero, luego del hijo.
El relato melancólico y triste como la vida del poeta, que juré nunca retomar; la protesta por la protesta, por la falta de capricho; la queja que aqueja; la falta de virtud convertida en mentira; las ganas de odiar, por falta de rencor y de llorar por falta de riza, por falta de lagrimas; el malhumor; la critica salvaje de lo ajeno por falta de algo propio; el escepticismo y el abuso de confianza; la desesperación de no poder enfrentar los miedos ya reconocidos y por desconocer, o no querer reconocer, algunos miedos nuevos; la prostitución del intelecto que hace que, como la puta que no puede ya de tanto uso ver la cara del amor, no pueda ver la cara linda de la vida; todos estos son… sentimientos que me envuelven por estos días. Amanecí, entré como pude de llegar al baño, me mire lagañosamente al espejo y en mi cabeza había un letrero que se leía perfectamente: “HIPOCRITA”, marcado como un sello en mi frente, marcado como se marcan las vacas, marcado como propiedad privada de un destino ajeno. Me sentí traicionado, aunque no supiese por quién, me sentí defraudado y sentí que defraudé yo también; que defraudé a los míos, a los que mas o tan solo quiero, a los que amo, por traicionarme a mi mismo, por mentirme, por querer ser uno mas, por haberme entregado a la mediocridad en busca de la vida sencilla y aun, también, en esta haber fracasado.
Parado estoy, al costado de un camino que no lleva nombre ni numero, ya no se trata de subir al transporte que me lleve a destino, no se trata del transporte que me resulte mas lindo, ni del que vaya en alguna dirección, se trata del bondi al que me pueda subir, y de esos no pasa ninguno. La valija es algo mas pesada que la ultima vez, tan pesada que se podría decir que esta llena. Y siguiendo con esta especie de alegoría se podría proponer echar raíces en ese mismo lugar, armar campamento al costado del camino de la nada y construir cimientos sobre el barro, sobreviviendo al destino en un tiempo detenido, o indefinido… y tal vez no estaría mal, pero ya he dicho que soy hipócrita, no conformista, aunque mediocre no mediócrata, por lo que debo de empezar a caminar; caminar sin rumbo no es lo mismo que tomarse un bondi… caminar.
Cuando comience a caminar, con mi valija pesada, si es que he de comenzar a caminar, tendré que hacerlo con el paso firme, con decisión, vaya a donde vaya, vaya a terminar donde vaya a terminar, con el convencimiento de que no se puede siquiera virar la vista, ni de reojo. Primero hay que plantarse m´hijo, imagino diría un paisano, me voy a llevar algunos cuantos puestos, aunque no sirva, aunque me lastime, aunque pueda perjudicarme en ese momento. Hay que tener bolas para esto, todavía no las tengo, pero preparensé mundo que ya voy… quisiera sea la vida el sueño y el sueño la vida, quisiera la realidad deseo, porque se que llegaría, quisiera que los imposibles fueran ciertos para no desearlos.
Habrá alguien allá afuera, de mi mundo, mi penumbra, mi cabeza loca, mis pensamientos, que comparta estas razones ¿habrá? Soy el único estúpido que pierde tiempo de esta manera ¿lo soy? Para qué servia todo eso del bien y el mal, de la libertad, del compartir, del justo, de que sirve el amor si lo termina matando el sexo, de qué sirve el sexo por si solo mientras exista el amor…qué fue primero… ¿el huevo o la gallina?
La hipocresía se apoderó de mi y yo de ella, tal vez deba cambiar el espejo, tal vez. Pero así estamos, luego de la ultima vez… frente a la pista de baile y sabiendo que hay que salir a bailar de nuevo, la noche es tempranera, cada vez mas y amanece mas tarde, hay que arremangarse nomás. Si por escapar a la mediocridad terminé deviniendo en hipócrita, quizás escapando de la hipocresía termine por levantarme, un día de estos, en la genialidad de la locura, sin importarme lo que mire en el espejo; no son tan importantes los caminos para los que vuelan.

Aldo Baccaro.

Comentarios

Anónimo dijo…
Excelente lo escrito...realmente es impresionante!...no se de quien es...pero al que haya escrito esto...felicitaciones...no sos el único estúpido que se plantea esas cosas...yo me las planteo a diario!


saludos


makarena
Anónimo dijo…
Excelente!...no sos el unico estupido que se plantea estas cuestiones...yo me las planteo a diario!

saludos


Maka

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