El Bello y la Bestia. #adaptación

Había una vez, en un reino muy muy lejano, un empresario que tenía tres hijas. Dos de las tres eran muy hermosas, pero la más joven, a quien todos llamaban desde pequeña Bestia, era considerada por la sociedad la cosa más fea sobre la tierra. Quizás por eso, vivía encerrada, rodeada de libros y de discos de música. Siempre encerrada, no salía casi nunca. Las pocas veces que salía era por algún evento o para ir de compras, la familia se moría de vergüenza. Las hermanas se apartaban y decían que no la conocían.
Resulta que, por un mal negocio, el empresario perdió todo cuanto tenía y no le quedó nada más que una humilde casita en el campo. Tuvo que trasladarse allí con sus hijas y no les quedaba más remedio que aprender a trabajar la tierra. Las dos hermanas mayores se negaron desde un primer momento, mientras que Bestia se enfrentó a la situación.
- Llorando no voy a conseguir nada, trabajando sí. Puedo ser feliz aunque sea pobre.
- Claro, vos porque sós fea y no tenés nada que perder- le dijo la mayor de sus hermanas.
- Vos porque sós vaga y estás acostumbrada a ser una mantenida- le contestó. Y se puso a laburar.
Así que Bestia,  mantenía el campo de sol a sol. Además, preparaba la comida y limpiaba la casa. A pesar de todo eso,  encontraba tiempo para leer y tocar el ukelele. Sus hermanas, lejos de estarle agradecidas, la insultaban y se burlaban de ella. “Ahí viene la mucamita”- le decían riéndose- ya que tanto limpiás por qué no te limpiás la cara que tenés caca… ah, no, si es tu cara nomás”. La pobre Bestia no les daba bola y seguía con los quehaceres.
Pasó un año y el empresario recibió un email con una buena noticia. Un contenedor con mercadería llegaría al puerto para él. Pensó que revendiéndolo haría una buena cantidad de dinero en poco tiempo. Al enterarse, las hijas mayores sólo pensaron en qué comprar y le pidieron al padre que les trajera ropa cara- Del Shoping- y un Iphone nuevo para cada una. Bestia, en cambio, sólo pidió a su padre unas sencillas flores, ya que por allí con tanto barro no crecía ninguna.
Pero el negocio no salió tan bien como esperaban y el empresario ganó apenas para volver a su casa. En el medio de la ruta, una terrible tormenta lo atrapó y lo hizo salirse a la zanja. Chocó contra un árbol, rompió el radiador y no pudo seguir viaje. Quiso llamar a sus hijas pero el celular se había quedado sin batería.  Estaba muerto de frío y hambre y se escuchaban los perros salvajes aullar como lobos. Entonces, vio una lejana luz que provenía de un castillo, si, un gigantesco castillo en medio del campo.
El padre de Bestia apretó las solapas de su saco empapado y caminó por un camino sinuoso hasta el edificio. Golpeó varias veces y como nadie atendía decidió entrar. El castillo parecía estar vacío. Sin embargo, La calefacción estaba encendida y la mesa del comedor rebosaba comida. Tenía tanta hambre que no pudo evitar comer con las manos. Buscó por todas las habitaciones la presencia de alguna persona, pero no encontró a nadie. Finalmente, cansado, se acostó a dormir. Al día siguiente encontró ropas limpias en su habitación y un desayuno como si fuera de hotel esperándole. Tampoco había nadie. El empresario empezó a creer que esto era obra de una cámara oculta y quiso irse de inmediato.
Ya estaba por salir, cuando vió unas rosas en jardín y recordó la promesa que había hecho a Bestia. Cuando fue a cortar algunas, escuchó un grito: “¡No!”. Ante él apareció un alto Caballero. El empresario pensó que era el muchacho más lindo que había conocido en su vida, era realmente hermoso. “Un modelo de Hoollywood”- pensó- “definitivamente tiene que ser una cámara oculta”.
- ¿Así es como pagás mi generosidad?- le dijo el muchacho apuntando una pistola.
- ¡Lo siento! Yo sólo quería… son para una de mis hijas. ¿Vos quién carajo sos?
- ¡Basta! Soy Bello, el caballero del castillo, príncipe y futuro rey del reino, soy lo más de lo más. No te mato solo con una condición.  Una de tus hijas tendrá que ofrecerme su vida a cambio de la tuya. Ahora taza-taza cada uno a su casa, andate. Pero acordate que te puedo encontrar a donde sea que te escondas.
El empresario llegó a su casa desesperado, triste, confundido.  Esa podría ser la última vez que volvería a ver a sus tres hijas. Le dio las rosas a Bestia y les contó lo que había sucedido. Las hermanas comenzaron a insultarla, a llamarla caprichosa y a decirle que tenía la culpa de todo. Así y todo, Bestia quiso sacrificarse por su padre. - Iré yo- dijo con firmeza
- ¿Cómo decís Bestia?- preguntó el padre.
- He dicho que seré yo quien vuelva al castillo y me entregaré al Caballero.
Tanto el padre como las hermanas pensaron que era una excelente idea, total, Bestia era tan fea que El Caballero la devolvería enseguida, o la mataría de un tiro, lo cual les solucionaba el problema (era mejor ella y no alguna hermana).
Cuando Bestia llegó al castillo se asombró de lo lujoso que era. Tenía pileta climatizada, un jardín hermoso, diez cocheras con muchos autos, motos, el living tenía vista al golf y en otra pared había una pantalla gigante conectada a una Play Station 7 que todavía hoy no salió a la venta en el mercado. En uno de los pasillos, encontró una puerta que tenía su nombre: “Cuarto de Bestia”, al abrirla se encontró con una habitación destinada para ella. El cuarto tenía de todo, una cama enorme, tv 50 pulgadas, escritorio, equipo de música con sonido envolvente 5.2… pero lo que más le llamó la atención y le gustó es que tenía una enorme biblioteca con miles de libros de todo tipo y delante de ella muchos instrumentos musicales; entre ellos, un ukelele. Aquel tal Caballero no podía ser entonces tan superficial, si le gustaban los libros y la música tenía que ser un tipo sensible; pero no debía dejarse engañar. Sobre el escritorio, había una nota que decía que la esperaría para la cena en la planta baja.
Estaba muy nerviosa, el padre le había contado lo fachero que era Bello y ella se sentía tan pero tan fea. “Seguro que es un niño rico”- pensó- “cuando vea que no soy precisamente una modelo me va a dejar ir”. Decidió no arreglarse, apenas si se lavó la cara y bajó a comer. Si al príncipe no le gustaba cómo era ella problema de él.
Igualmente, estaba muy nerviosa. Pero Bello, contrario a lo que ella  esperaba,  la trató dulcemente. Le preguntó por los libros que leía, si había encontrado todo cómodo en la habitación, si quería algún disco nuevo, le explicó como buscar mp3s y usar el youtube en el televisor…
- Pedime lo que quieras que te lo consigo- le dijo el príncipe.
Ella no lo podía creer. El niño rico seguro tenía alguna intención oculta. Pero él seguía día a día queriendo complacerla y le daba todos los gustos. Ella no podía entender qué era lo que quería el caballero del castillo. Pasaban los días y las noches escuchando música, leyendo, cantando, caminando por el jardín, charlando de los más diversos temas, en la pileta, jugando a la play de vez en cuando. Con el tiempo, Bestia se fue acostumbrando, pero siempre dudaba de Bello. Le parecía extraño que un joven con mucho dinero y tan lindo le dedicara tanta atención.
Una noche en la cena, Bello se animó y le pidió que se casara con él.
- Lo siento. Sos el tipo más hermoso del planeta y me das todos los gustos,  pero no creo que pueda casarme con vos.
El se puso muy triste, pero pese a eso siguió perseverante. Pasaron algunos días hasta que un lunes mientras desayunaban, Bestia le dijo que, si de verdad era tan bueno y no un nene caprichoso, la dejase ir a ver a su familia. El la dejó ir, pero le pidió como única condición que volviera antes de la noche, porque, si no, moriría de tristeza y soledad.
 - Quedate tranquilo chabón, esta noche vuelvo y ceno con vos.
Bestia se fue a lo de su padre, al llegar le contó todo a las hermanas. Estas no podían creer que el príncipe estuviera enamorado de ella. Cómo se iba a enamorar de su hermana si era la más fea de la tierra. “Seguro te quiere para sacarte los órganos”- dijo la más grande. “No hay otra explicación”- dijo la del medio. El padre pensó que podía ser una posibilidad, que Bello estuviera muy enfermo y la quisiera para sacarle un riñón. Bestia se quedó entonces con su familia, donde volvió a ocuparse del trabajo y de la casa. Era muchísimo laburo, ya que en su ausencia sus hermanas no habían hecho nada y era todo un kilombo.
Pasó el tiempo y, una noche, soñó que el caballero moría de soledad tirado en el jardín. Al otro día decidió ir a verlo. Cuando llegó, lo encontró al borde de la pileta, triste y deprimido, lloraba como un niño.
- ¿Tanto querés que me case con vos?- le preguntó
- Sí, pero quiero que me quieras de verdad, que confíes en mí a pesar de mi plata y que soy lindo. Ya no puedo confiar en vos desde que me dejaste.
- ¿Si me caso con vos, salvarías de la pobreza a mi familia?
- Si te casás conmigo, le dejaría todo esto y mucha plata a tu familia, pero nosotros nos iríamos a vivir a la casita del campo y a trabajar la tierra y las gallinas. Si de verdad me querés, podríamos ser muy felices ahí.
Bestia prometió pensarlo, le pidió un día entero. Le contó a sus hermanas y a su padre pero no les dijo qué decisión tomaría. A sus hermanas, ahora que podían llegar a ir a vivir al castillo, les parecía una excelente idea, incluso pensaban sobre Bello que era un buen tipo del que no había que sospechar nada. Al anochecer del día siguiente, Bestia salió hacia el castillo. Pero nunca llegó. Hasta el día de hoy, no se sabe ni una pista sobre su paradero.
Durante las intensas búsquedas, la familia de Bestia llegó a conocer Bello. Entendieron que a pesar de su dinero y ser tan  hermoso estaba muy solo. No confiaba en nadie, porque todos querían algo de él y, como creían que lo tenía todo, nadie le quería de verdad o le deseaba cosas buenas, todos lo envidiaban. La hermana más grande de Bestia, decidió que se casaría con el príncipe y fingiría que el dinero no le importaba, convencida de qué- encima- estaba haciendo una obra de bien. “Pobre nene rico, pero que lindo es”- pensó. Así que se casaron. Él ya no soportaba estar tan solo y decidió fingir también que la quería. Vivieron muchos años juntos, en el castillo con toda la familia. La casita del campo la convirtieron en casa quinta. Pero, a pesar de que fingieron mucho y muchísimo, nunca fueron felices. Ella nunca lo amó por otra cosa que no fuera su hermosura y su dinero; y el murió muchos años más tarde enamorado y extrañando a Bestia.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado. FIN.

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