Disfrutar del camino

 #DeBaresYPoesías

He andado muchos caminos, de todos los recorridos, siempre guardo una foto que cuelgo en mi pared. Y llámenme idealista, soñador, adolescente, poco cuerdo o pelotudo, siempre voy al frente sacrificando propio por ajeno, pues yo soy así: ante todo, un servidor. Si bien de todos los tabúes he roto solamente la mitad, no me entrego a caminar sin disfrutar del camino.

He andado, créanme que he andado. Trabajé mucho, amé mucho, comí mucho y bebí de más, últimamente me he vuelto un poco menos intrépido y algo más recatado, en todo. Charlé hasta por los codos y he escuchado con atención atónita historias tan impresionantes, hermosas y únicas como las que yo no puedo reproducir, siquiera imaginar, mucho menos escribir. Ningún momento en la vida es único, todos lo son, son- sin dudas- siempre mas lindos cuando son compartidos. Qué nos vuelve- entonces- egoístas...

No corro ni he corrido atrás del dinero, lo he gastado bien, no he ahorrado nada; lo he gastado en viajes, comida, bebida, en mis hijos y en esos objetos tan lindos que no sirven para nada pero que uno compra, guarda y olvida tan gustoso en el acto de la compra. Lo he gastado mal también, en ropa cara por ejemplo. He invertido poco, siempre lo que invertí más fue tiempo y ganas, también mal y bien, cuando planté un árbol dio fruto. Aquí estoy, con mi ropa gastada, con mis ganas cansadas, mi dinero escaso, pagando por ser yo, sabiendo que siempre es un vuelto, pago contento. Sigo siendo, ante todo, un servidor.

Lo más importante es disfrutar del camino, porque así la vida es bella. Cuando se disfruta del camino, no importan las zapatillas. A medida que nos vamos poniendo viejos, nos vamos topando con muchos otarios a los que no les gusta caminar, que creen que el otario siempre es el otro, que no pueden soportar ver al indio disfrutar de sus vidrios de colores mientras ellos se matan por el oro y, entonces, hacen lo único que saben hacer: los matan, rápida o muy lentamente, de gripe, de látigo o con un puñal por la espada. Volvamos al camino.

El hombre sigue siendo nómade al fin de cuentas. Aun asentado en grandes urbes, viviendo casi garrapiñado, se levanta y camina. Sale al mundo y camina. En busca del destino inclusive sin buscarlo. Y se vuelve egoísta, sin darse cuenta que ese egoísmo en su consagración lo conduce no a otro destino que a una posición fetal, solitaria y oscura, posiblemente fría, ya lejos de la foto de instagram, con mayor o menor reconocimiento, lo conduce- sin que tenga que caminar- en esa posición hasta el final del camino. El final del camino es la muerte.

La avaricia, es sinónimo de infelicidad. 

Lo más importante, es disfrutar del camino. 

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