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A veces no tengo ganas de escribir…


A veces no tengo ganas de escribir, no tengo ganas de escribirte; porque todas las palabras que lanzo al espacio son para vos y están perdidas.
Chorrito de aceite en la quemadita de la abuela, ajo, cebollita cortada (no picada) , a dorarse. Mientras echo el agua, separo los ravioles con un poco de harina adicional, sal, pimienta, gotitas de vinagre de alcohol (hace que no se peque nada dentro del agua). En la sartén vendrán los tomates peritas, el morrón, medio caldito (la otra mitad va al agua), perejil, otra pizca de pimienta, dos hojas de laurel y lo que quiera mi olfato y mi mano que vaya a parar a la sartén de todos esos especieros que en filita alguna vez acomodé en un estante. Finito. revolver para un lado 1, revolver para el otro 2. Sirvo hasta la mitad la copa de vino.
Creí que tenía tantas ganas de escribir, de darle alguna forma a las cosas, de encerrarme, oscurecer y volver a iluminarme. De un lado de la compu están los ravioles con salsa. Del otro lado de la compu (el izquierdo) está la copa, más arriba de mi vista- atrás de la copa-  el cenicero, adelante los cigarrillos, la tukita que fue quedando la tiré. Empecé todo esto escuchando blues y ahora el continuado de “youtube” me tira: Los Yaira “El dolor de la distancia”. Pienso, de pronto- “Si no habremos bardeado tanto la democracia estos energumenos que nos gobiernan y nos los argentinos que los seguimos votando que ya no se festeja un acto como los comicios de ayer”. Las elecciones parlamentarias son pura mierda.
Cuando pegue todo junto- el porro, el vino tinto y los tres platos hondos de ravioles con salsa, pan y queso sardo- voy a estar en problemas. Mientras tanto, intento escribir y me acuerdo de que en algún momento estaba tratando de componer una canción. ¿Sobre qué quería escribir cuando creía que tenía ganas de escribir? ¿A vos? La canción era para aquella otra que supo ser un muy buen consolador.
El tiempo transcurrido no puede ser vuelto a comprar. No hay forma, no hay manera, no hay agujas de verdad que circulen para atrás. Tu cuerpo lo sabe. Mi mente lo exagera en un preciso momento donde todo esto me hace mal de pensar.  Necesitaba estar solo, quizás un momento, el suficiente para saber que soy tan insoportablemente insoportable que no soporto tampoco a la soledad. Fuego. Otro cigarrillo. Sorbo a la copa de vino… otro chorrito.
A veces no tengo ganas de escribir, no tengo ganas de escribirte; porque todas las palabras que lanzo al espacio son para vos y están perdidas.

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