Carta a mis amigos 2
Carta
a mis amigos 2
(12
años más tarde):
Como
en aquel invierno de 2005, me siento frente a la compu a escribirles una carta.
Con la misma sensibilidad, con las
mismas ganas pero con menos fuerzas.
Gané
y perdí muchas batallas desde aquella noche donde renuncié a mi cargo en el gobierno
de la ciudad. Y, a pesar de mis premios por las ganadas, como mi hermosa
familia, la sensación de que el empate me deja siempre en el mismo lugar pero más
viejo se ha apoderado de mí ser en los últimos días.
En
aquella carta, les hablaba de mi país, del trabajo, de la crisis, de mi posición
burguesa que me avergonzaba a la hora de considerarme socialista. A pesar del
desgaste de mi vida adrenalínica, del rock, de mis emprendimientos, de las
empresas de las que he formado parte en el servicio gastronómico a lo largo de
estos últimos años… mi pensamiento no es tan distante del que tenía por aquel
entonces. Dicen que madurar es aceptar la realidad en la que uno vive. Créanme
que lo he intentado. La gran meta de este año era poder vivir una vida
sencilla, equilibrar el trabajo con mi vida personal, estar cerca de mis hijos,
arreglar mi casa, disfrutarla y disfrutar de esos pequeños momentos que en mi
juventud creía mediocres y hoy considero soberbios (Como los que te otorga una
vida proletaria a cambio de un asado de domingo al mediodía).
En
un último intento- del que aún no desisto- por encontrarme en este mundo, empecé
a los 40 años la carrera de docente de educación primaria. Paralelamente armé
un proyecto de apoyo escolar dando como resultado el encaminamiento de tres chicos
“conflictivos” (De aproximadamente 10 años de edad) en sus rutinas escolares en
un tiempo record de 6 clases. Pero, aún con la satisfacción de saber lo
realizado, no está siendo redituable económicamente. Y reaparece- siempre- este
tema del dinero. Infiltrándose en nuestras vidas con una profundidad que supera
lo necesario.
He
transitado nuevamente y repetidamente las páginas de libros escritos por
autores formidables y reconocidos por nuestra sociedad como Kant, Marx, Weber,
Locke, Platón, Aristóteles, Freire, Savater, Freud, Arlt, Juan B. Justo, Foucault,
Durkeim, Comte, Engels, Castells, Hobbes e incluso Borges; abordando los temas
que hacen a la educación y a la sociedad… y cuando levanto la vista de esas páginas
me encuentro con una realidad al menos diferente, muy diferente. Somos como el
cura que predica en la iglesia y peca en su cuarto. Y los ojos ajenos miran los
míos con cierto desprecio por no poder adaptarme a eso, sus bocas rara vez
ponen en palabras lo que dicen sus miradas, es claro que no hace falta. Algo
bueno debo tener, sin embargo, para merecer tal respeto (o algo malo los que
callan).
Lo
cierto es que aquí estoy, otra vez escribiéndoles, para decirles entre otras
cosas que los quiero mucho. Que mi amor es grandilocuente y generoso, pero no
gratuito, yo ya lo he pagado muchas veces… y me lo siguen cobrando. Otros pagan
gustosos grandes cuentas de servicios innecesarios o materiales superfluos y
volátiles, yo pago por mi amor.
En
aquella carta les hablaba de esas cosas que aceptamos mientras mendigamos
trabajo… “Como si el trabajo fuera algo bueno”. Lo que aceptamos del jefe que no le aceptamos
a nuestros viejos, del compañero o del cliente que no le aceptamos a nuestros
seres queridos. ¿Qué somos capaces de hacer por dinero? Mientras, sabemos que
no se puede vivir sin dinero. El equilibrio intermedio, pocos lo han
encontrado. Lo cierto es que muchos de los que íbamos a cambiar el mundo hoy
estamos desempleados o empleados en olvidarnos de todo aquello. ¿Eso es
madurar? No dudo que a mis 40 años soy ya un boludo importante. Pero al menos
saben- también- que soy un boludo sincero, honesto, leal y solidario. Y son
esos últimos puntos los que sigo creyendo me hacen una gran persona. No fui el
mejor en nada, no soy un buen escritor, no soy un gran empresario gastronómico,
no soy el manager del rock, no soy el productor periodístico que va a
revolucionar los medios, siquiera el conductor de radio de la medianoche… y
quedé muy lejos de aquel deseo de integrar algún equipo de corresponsales de la National Geografic.
No fui el maestro rural de aquella
escuela de frontera. No gané el Pullitzer ni fui Best Seller ni en Fernet con
coca.
Pero
soy un padre del carajo. ¿Quizás no sea el mejor ejemplo? Yo creo que soy el único
que mis hijos pueden tener y me lo tomo muy en serio. Lo que otro pueda ver
torcido, será donde los alumnos superen al maestro y puedan corregirlo. Pero
jamás podría ser hipócrita con ellos y decir algo así como: “hice lo que no
quería porque te tenía que dar de comer” o “Me sacrifiqué por ustedes” o llegar
a pensar que mis hijos son un sacrificio en absoluto. Fueron y son- siempre- mi
elección, la mejor que tomé y a la que nunca renuncié. Y fuera del contexto de
#PapáYoutuber, amo limpiarles sus cagadas y levantarlos a upa, en todos sus
contextos, y en medio de una satisfacción constante que me da la paternidad
donde- por suerte- los momentos son mucho más que pañales y alzadas. Y claro
que me generan expectativas y claro que a veces es frustrante, pero son mías,
como padre me enfoco en ayudarlos a generar y luchar por las suyas propias y no
en castigarlos por no satisfacer las mías, por que mi satisfacción, como
cuento, va por ese lado.
A
veces, cuando la luna y el sol se alinean, todavía creo que un mundo mejor es
posible. Debe tener que ver, también, con la paternidad. ¿Cómo no quererlo al
menos? Un mundo mejor para tus hijos. Suelo juntarme con gente grande- viejos-,
mayores de 80, que en ese regreso de donde nosotros estamos hoy solo saben que
hay algo que no van a recuperar, aunque en esa sala de espera les sobre, y es
el tiempo. Se quejan de la humedad, del dolor de huesos, de lo caro de las
cosas, de la calidad de la carne, de los remedios, pero la queja mas grande que
profesan al transpirar es la injusticia que sienten por haber entregado todo
ese tiempo por una remuneración tan pobre, siempre más pobre.
Otros,
los menos, son ex presidentes de 86 años, condenados penalmente, candidatos a
seguir siendo senadores para no dejar los fueros pero que no van a laburar hace
más de un año. A esos los votamos, a esos los elegimos, a esos les pagamos
150000 pesos por mes y no a los que educaron, construyeron, nos cuidaron, nos
curaron, arriesgaron su vida por nosotros, no… esos son de menor jerarquía en
nuestra sociedad. Algo malo pasa con nosotros.
¿Qué
es ser exitoso? Podemos decir que el éxito es superar un obstáculo para llegar
a una meta. Cumplir un objetivo. Pero ¿Qué es ser exitoso? Si existiera esa-
una única y sola- definición sería la de un tipo muy solitario. Propongamos
que se trata de una persona que cumple mayormente con lo que se propone en la
vida y que- claro- hablamos de una vida que incluye todos los factores
sociales. ¿Es más exitoso el que menos fracasa o el que más se propone? A veces
pareciera que el éxito conlleva una cuota de infelicidad implícita al menos en el
hecho de no poder convivir con el fracaso (Persona y acción). Otras, pareciera
que ser exitoso es solo una ilusión que podemos transmitir aun siendo de fantasía
y nuestro entorno necesita de que la iluminemos con la misma. Muchas, pareciera
que solo se trata de dinero. Y claro que el dinero es poder, pero dudo de que
las personas comunes estemos educadas para usar ese poder de una manera que en
nuestra interacción social nos permita ser felices. No es la plata de Messi lo
que le posibilita hacer feliz a mucha gente. Pero si nadie pagaba su
tratamiento no hubiera podido hacerlo (Solo estoy tratando de ejemplificar).
Aquí
estoy, queridos amigos, escribiéndoles otra vez, no es de noche, no dan vuelta
los ravioles con boloñesa y vino tinto en mi panza, sigo fumando mucho y voy en
este instante a servirme mi cuarto café del día. Caigo en cuenta en este momento
que desde aquella noche a hoy no he perdido nada (y eso a esta edad se
transforma en mucho). Sin dudas he ganado kilos, no perdí pelo y si gané canas,
aunque mi situación laboral sea la misma tengo más experiencia y experiencias,
aptitudes y conocimientos, tengo más años, no perdí el tiempo, he vivido mucho,
lejos de perder amigos, a pesar y en la
distancia no solo no perdí ninguno sino que tengo nuevos, en dinero ando en la
misma, pierdo y gano pierdo y gano, a veces pierdo más de lo que gano pero lo recupero
en especias. Sin embargo, no me creo admirable. No me considero admirable ni
aun por mis hijos- acá es donde necesito algún mimito de ustedes- y siento un
vacío existencial importante que solo llena en parte la risa de alguien
cercano.
De
todas las cosas que hice en mi vida, que son muchas de verdad, las que me hicieron
sentir enorme son las veces que pude ayudar a alguien, querido o no tanto, a
ser feliz, aunque sea un poco. Incluso en mis trabajos esas fueron siempre mis
satisfacciones personales, nunca recompensadas como tales desde lo económico. Siempre
tuve un debate intelectual no resuelto sobre el hecho de cobrar dinero por un
acto solidario. Y lo que hace que me sienta un boludo al respecto no es no
haberlos facturado, sino que algunas veces necesito que se reconozcan, algunas
veces mi ego me juega mal. Mis seres queridos me han dicho “sos un boludo” y se
han enojado conmigo más veces por mis actos solidarios para con otros que por
haberles pedido repetidamente que sean solidarios conmigo. Insisto, algo anda
mal con nosotros. Sé que ante los ojos de otros (por suerte son pocas aunque
existentes las veces que son los ojos que me miran desde el espejo) no soy
modelo de una persona exitosa; pero saber que he tenido algo que ver y he
empujado en el camino al éxito de otras personas a mi me satisface (muchas de
esas veces) más que mi propio éxito, porque mi éxito consistía entonces en
cumplir con esos objetivos y por el hecho- para mi no menor- de no haberlos
logrado solo. El éxito unipersonal es una gran mentira. Sin dudas he sido mejor
Robin que Batman y me va llegando la hora de ser Alfred cuando se suponía que
iba a ser el nuevo Bruno Díaz, aunque jamás me lo haya propuesto con sinceridad.
Más solo que Adán en el día de la madre: Batman. Nunca quise ser Batman.
En
esta catarsis propuesta por la presente, me gustaría insistir en el tema del
amor y la importancia que este sentimiento, tan complejo y simple a la vez, tan
gratuito y tan caro a la vez, tan jodido de describir o conceptualizar pero tan
fácil de practicar, tiene en nuestras vidas. ¿Por qué nos encerramos? ¿Por qué
nos aislamos? ¿Por qué perdemos esa facilidad de amar que teníamos cuando éramos
chicos? Por que la vida nos curtió… ¿La vida nos curtió? No se me ocurre cómo
afirmar que no formamos parte de ese colectivo social que nos va haciendo
indiferente al otro- siempre ajeno-. Y nada más sintonizado con la idea de que
nos vamos encerrando tiempo al tiempo para que ese otro nos sea cada vez más
ajeno.
Por
todo esto, queridos amigos, hermanos, familia, compañeros, también es motivo de
la presente convocarlos a vernos, a tocarnos, a abrazarnos, a hacer expreso
nuestro amor, a retomar el gusto por discutir las cosas que nos molestan, a
decirnos esas cosas a la cara cuando se trate del otro, a recibir respuestas
sinceras sin ofendernos, a perdonar, a pedir perdón, a darnos cuenta de que no
podemos “todo” pero que “juntos podemos”. A embriagarnos- como decía Baudelaire - juntos con vino, virtud, o poesía a
nuestra guisa para no ser esclavos martirizados del tiempo.
Aldo
Baccaro.
24-
junio- 2017.
Villa
Ballester. Buenos Aires.
(Carta a mis amigos de 2005: https://baccaroblog.wordpress.com/2017/05/18/carta-a-mis-amigos/
)
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