Días lluviosos


Los días lluviosos siempre huelen a muerteimage01. Aún cuando tu lengua despierta mi pene dormido, aun cuando erecto me clavo en la humedad de tu cuerpo explotando en un éxtasis parecido al amor... los días de lluvia siempre huelen a muerte.
Será el recuerdo de un padre ausentándose en La Chacarita en una mañana donde el cielo lucía exactamente igual a este. O el recuerdo de Cromagnon aunque aquella noche no lloviese, de la mañana siguiente, de las noches siguientes. De tus besos presentes, que por más tiernos no tapan recuerdos. Los desaparecidos que yo no viví, la imagen de la plaza que me importa poco. Un soldado herido, con frío, en el lodo de alguna parte del mundo, muriendo tiritando de miedo a lo inevitable, el soldado que nunca debió ser soldado. Las casas perdidas en las inundaciones, las desnutriciones, los barcos varados, todos los pobres más pobres que todos los pobres del mundo y tan cerca; que nunca a nadie en el mundo le falte la cena... la imagen más fea: nada en la mano para poner en la boca de un hijo.
Yo quiero hacerte el amor una vez más pero mi pene nuevamente flácido no me lo permite. Salgo a caminar, a dar vueltas, a mirar los árboles que tendrán frío mojados por la lluvia; me vuelvo a acordar de aquella mañana en Chacarita, miro la tarde, tan lejana, tan ausente, tan mojada... los días de lluvia tienen olor a mierda.
La imagen más triste: es la de un cucho perdido, dos veces triste si es la de un cucho mojado. Duele más el amor cuando duele que la soledad o incluso que la indiferencia. Los días de lluvia... siempre huelen a muerte.
Aldo Baccaro.

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