Inevitable.

Es inevitable el contacto de mis labios con la copa de vino, tanto como es inevitable el contacto de mis manos con el teclado a la hora de escribir. Como aquel que tiene hambre pero no sabe de qué, mis ganas de escribir bien saben mejor con vino. 
Inevitable tambien es pensar en ella, aunque ya casi no la recuerde, no hay día, no hay momento y menos este, dónde no piense en ella. Inevitable no pensar en ella otra, la ella nueva, y en ellas que se suman a mi vida como pequeñas invasoras de un sueño que no quiso ser y proponen siempre otro juego... uno que juego a gusto, porque me gusta jugar. 
Inevitable no pensar en la Argentina, en mis proyectos que parecen cada día más pesados. Inevitable no volver aunque sea un instante a pensar en ella, aunque ya no me acuerde de ella, aunque mi mano suelte el teclado para buscar nuevamente la copa de vino y llevarla a mis labios. 
Es inevitable, en la primer oportunidad de pausa perder la vista en un horizonte inexistente delante de mis ojos. Es inevitable que la poesía termine, que los cuentos no, que cada historia de paso al amor entre las desgracias, inevitable que si hay final no sea feliz. Inevitable que lso finales felices no caminen juntos de la mano hacia ningún lugar, por ningún camino. Es inevitable que tenga que terminar acá. 
 AJB.

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