cenizas por arena.

Hoy, las cenizas son arrastradas por el viento en un triste torbellino de ilusiones que se vuelan, que se fueron, que se van. En esta noche ya no hay pena, ya no mojan las gotas de vino mi tristeza, ni mi tristeza se remoja en la copa de vino, roja, carmesí, viva, que yace intacta delante de mi vista. Un deje de melancolía no logra anclar en la verdad. La de mis labios que todavía saborean aquellos nuevos besos que me hacen sonreír en cada pausa. No hay excusa para no soltar aquel recuerdo que me duele, como un punzón en el bolsillo de un viejo masoquista, con perfume, aires, imágen de mujer;  unas cuantas chinches robadas por estas hábiles manos que hoy gustan de acariciar mi rostro, mi pelo, mi impaciencia. 

No, no hay recuerdos tristes para recordar, no hay penas, no hay olvidos tampoco, no hay cosas que no se vean, ni esperanzas que renovar, no hay nuevo amanecer para una historia que termina sin final. Hoy solo hay mañana. Mañana seguirá a esta noche con su cuota, inaudita, de ganas. Escuchando las notas amontonarse de manera irregular sobre la guitarra de Erik  Mongrain *, sé que la ausencia no duele, ya no duele, se que la ausencia como la oscuridad no tiene manos para tocarme. En cambio esta otra presencia, presencia con fuerza, con coraje, con ganas,  aquella que cuando se va aún queda en el aire, esa si me toca... gustosa de tocarme, gustoso de tocarla. 

Espero hoy, que mañana venga, que el sol salga y cobije nuestros besos. Hay una vida para apostar, para compartir, para amar, una que me fue dada, una más que  la oportunidad, una que  genera oportunidades varias. La copa de vino, rojo, carmesí, vivo, yace delante de mi y yo sin probarla. Porque aún la memoria de mis labios tienen fresco el recuerdo de sus besos. Porque mis sentidos no quieren contaminarse. Hoy, Las cenizas son arrastradas por el viento en un triste torbellino de ilusiones que se vuelan, que se fueron, que se esfuman, que se van. Mientras esta mano laboriosa, de guerrera, de amazona, de india, de charrúa, de mujer, se aferra a la mía y me invita, me incita, me excita a caminar por estas playas de arena y mar, hacia un futuro cargado de realidad. Vamos a hacer un nuevo fuego, construir la fogata mas grande, vamos a quemarlo todo para que lo vean desde el cielo. 

Aldo J. Baccaro. 



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