Estoy en otro lado..

Mientras... Te veo, sobre la cama, recostada. Tu rostro parece transpirar amor, con tanta fragilidad, tan hermoso, tan sencillo. Pero pareces nerviosa, te acaricio entonces. Me amas, espero que me ames, como yo te amo...

Pareciera ser que hay una manera correcta de hacer las cosas. Si todo fuese tan fácil qué es lo que estamos haciendo mal. No todo tiene por qué ser así, de esa manera. Supongo... sostengo para seguir viviendo, no todo tiene que ser como es.
Pero que época terrible esta en la que me toca crecer, en la que tengo que convertirme en un ser adulto, responsable. Una época donde ya no importan los sentimientos, los honores, los afectos. Me piden, mi familia, mis adultos, que crezca y sea como ellos, que descrea, que deje de soñar, que lo bueno es utópico, demás. Me piden, que tan solo me importe avanzar; avanzar hacia un lugar que no estoy seguro de querer ir, pero que según ellos es el correcto. Lo correcto se hace recto, lo recto se hace adverso, lo adverso insoportable... y la verdad es que me tiene un poco aburrido, me cansa demasiado fácil. Yo no quiero ser común, no es que me considere superior, sino que soy un ser humano, tengo mente, tengo Alma.. y ni por puta somos todos iguales. Yo no puedo decir nada de los ojos del Señor.

Comencé a despertar muy lentamente, aunque mis pensamientos estuvieran fuera de ese lugar. La ducha tronaba sobre todo mi cuerpo y por dentro el sabor de un café amargo.
Prendo un cigarrillo y busco auxilio en la invención de una nueva enfermedad, no hay caso, hay que salir a trabajar. Otra vez ese maldito subterráneo, la gente se transforma allá abajo, sacando su verdadero ser, su odio por una sociedad, su rencor por tener que ir una vez mas a trabajar. Yo también. Son las caras que vienen y van mirándote como a un extraño y, no es que no lo sea, pero tienen en sus ojos esa mirada propia de quien te está despreciando. Entonces, sabiéndose uno como un ser despreciable y bien abajo, dentro de ese subterráneo, solo está pensando en como mierda salir de ese lugar.
Por fin llega la estación; intento pasarme una vez mas, pero algo dentro de mi me obliga a bajar. La oficina y la vida de todos los días. Al pasar los años cada día es mas igual y los fines de semana cada vez duran menos. Una voz piensa que hay que patear el tablero; pero otra te dice que tenés que morfar. Y ya todo es igual, ya nada te importa; tan solo es otro día mas.
Ese almuerzo que bien sabes, te ulcerará a los treinta y seis. Ese café, que estaría bien, si no fuese el undécimo café del día. Ese es tu momento, lo quieres aprovechar, esa es tu oportunidad para escapar, saldrás a pasear y no volverás mas... pero siempre vuelves. Ese escritorio una vez mas.
Mas y mas y una vez mas, otro día mas con esas letritas que, tan chiquitas, pasan por un monitor. Un jefe que no importa si esta o no esta, porque siempre te va a molestar igual. Hasta la hora de salir; un timbre que ya no puedes festejar.
En casa; antes pasaste por el mercadito, mas café y cigarrillos y otro poco de alcohol; en casa te espera la misma mujer que ayer, esa de la cual te enamoraste pero ya no sabes por qué. La televisión a todo volumen, un humo espeso del mondongo de la cena. Corrección, si amas a esa mujer ¿o no? intentas hacerle el amor, ambos están muy cansados. Y al amanecer... Un nuevo día comienza... otro. Aunque empieza a gustarte, al menos, el darte cuenta de que ella esta a tu lado. Puedes abrazarla y, entonces, la vacía soledad no es tan solo tuya, empieza a estar llena. El sencillo pasar de los días parece tener algún sentido, al menos, pasar con ella.

Estoy escuchando un tema musical llamado April. Me gusta. Me lleva. Me siento así. Me siento una música, que cobra vida, que entra por mis oídos y va viajando dentro de mi mente, de mis sueños de mis ganas de coger. Una mujer hermosa, una callejera, aunque un poco cara, con buenas tetas, con buenas piernas, con la cara algo baqueteada para la edad. El único polvo y final. Un vaso de whisky. Un cigarrillo amargo. Un buen tinto. Un libro viejo que leo de memoria mientras pienso en “la insoportable levedad del ser”.

Mi mujer duerme en una cama, ancha, de dos plazas; esa que supuestamente también es mi cama, pero que siento tan ajena a veces. Es bella y la amo. A veces la amo mas que a mi mismo, mas que a mi sed. Pero quizás por eso también la odie. La odie mas que a nadie en este mundo. Quisiera matarla en un beso profundo, en un cuento de placer, en un momento apasionadamente cierto, en un ritual sagrado que la hiciese desaparecer, para santificarla, para glorificarla, para hacerla renacer... y que jamas me conozca, no volverla a ver. Pero la amo con todo mi ser, con todo lo que en mi puede haber, y la necesito para poder seguir siendo un Ser. "Estoy tan enamorado que podría tocar el cielo con las manos"... les cuento que esa frase es tan cierta que no encuentro otra para describir como me siento. Es muy bonita, mi mujer, es ... sus besos son... sus manos, su cuerpito, su como dicen: sus partes intimas... mmmmmmm... Dejaría todo tan solo por amarla. Me quedaría ciego de pensar que algún día no veré sus ojos. No encuentro en este momento la razón por la cual estoy sentado aquí y ella en la cama, duerme... sueña... quisiera despertarla. Su pelo...
Aldo Baccaro
El Inmortal 2001

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